No hay estudio que no concluya que dilatar las horas en el trabajo disminuye la productividad. Entonces ¿por qué seguimos sentados en las oficinas pasadas las seis? En muchas empresas españolas puedes ver personas que continúan trabajando a las ocho de la tarde, aunque ya hayan terminado su jornada hace horas. Sobre todo si está el jefe. Este “mal hábito” tiene un nombre, se llama presentismo, y dicen los expertos que es la principal lacra que nos impide conseguir conciliar vida laboral y personal.
Existen una variedad de actitudes que, básicamente, consisten en estar en el puesto de trabajo sin trabajar.
Por un lado, está quien busca tareas accesorias o alarga el tiempo de los cometidos y los hace coincidir con el tiempo que pasa el jefe en la oficina. La idea es que se asocie un mayor tiempo dedicado con un mayor esfuerzo y compromiso.
Se habla también de presentismo cuando se está en el puesto de trabajo resolviendo cuestiones personales, consultando redes sociales, navegando o haciendo la compra online. No es tiempo productivo para la empresa.
Estas actitudes responden a un concepto trasnochado del uso del tiempo en el trabajo. Se generan en empresas cuya cultura no ha sabido optimizar los mecanismos de evaluación y control de los procesos y estilos de gestión de los recursos humanos.
Según las conclusiones a las que llega el IV Informe Adecco sobre absentismo, en el capítulo dedicado al presentismo, no existe un perfil de presentista pero sí un tipo de empresa que alienta estas actitudes. Estos empresarios recelan de los métodos basados en la evaluación por objetivos por miedo a perder el control de la plantilla.
Pero la tendencia es poner en valor la vida personal sobre la profesional. Está demostrado que lo que se hace fuera del tiempo de trabajo afecta directamente en el nivel de satisfacción de los empleados. Eso redunda de forma positiva en productividad laboral. Así que los métodos de medición del desempeño van cambiando.
Son sobre todo las grandes empresas las que van tomando nota, y ya apuestan por un estilo de gestión de recursos humanos más centrados en aumentar el nivel de satisfacción de los empleados. A las pequeñas le queda todavía recorrido, quizá porque la distancia jerárquica es menor (también los espacios).
Estas son algunas de las medidas que se van implantando en las empresas para evitar el presentismo y el alargamiento innecesario de la jornada laboral.
Los beneficios son el aumento del nivel de satisfacción, por lo que se favorece la retención del talento, se eleva la productividad y se reducen los costes energéticos. ¿Y si hacemos jornadas más cortas pero más productivas?
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